JUBILACIONES
El otro,
hombre o mujer, siempre muerto, es lo que tenía que conseguir. Debía ser de
madrugada y sin testigos. Su víctima, un tren corriente, sin un motivo concreto
que le llevara a elegirlo. En su sala, controlando los monitores de la línea de
mercancías, después de cuarenta años de servicio, era lo que necesitaba para
que recordaran que allí había estado sufriendo precariedad, mal pagado y
pendiente de un ascenso que jamás llegó. En su última noche como controlador
ferroviario, cambió las agujas del cruce de San Ramón. Sonriendo, se detuvo
ante el monitor y vio cómo el tren correo tomó la fatídica vía muerta.
Gaelia 2016
Gaelia 2016
Comentarios
Publicar un comentario