MENTIRAS PIADOSAS
Ya voy, me dijo el camarero sin apenas mirarme. Agotaba mi copa sobre la barra del tugurio, mientras esperaba que algo cambiara mi suerte; una mirada, una sonrisa, tal vez. El hielo se desangraba en interior del cristal, mezclando su pureza con lo poco que quedaba de Barceló 7 años.
¡Ponme otra, Carlos!
¡Salud, doctor!. Ya me encuentro bastante mejor.
No sé, pero tal vez sea demasiado tarde, respondió.
Gaelia 2017
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