SÍNDROME TÓXICO
Desde ese día nadie vende barquillos en el parque porque los barquillos se dejaron de vender por el barrio. Los comprábamos en los puestos y kioskos de aquí y de allá. Un buen día a alguien se le ocurrió añadir anilinas a la masa del barquillo y adulterarla con aceites no comestibles por una codicia industrial desmedida e imprudente. El mes pasado le colocaron un brazo articulado, aunque de momento sigue sin sus manos. Las fue perdiendo poco a poco, tal como se está ganando el otro mundo. De momento no puede escribir sus artículos, sus cuentos y poemas, así que solamente puede hablar, grabar su voz y poco más.
Gaelia 2017
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