HIJO DEL AGOBIO

Me acuerdo de aquellas mañanas de primavera cuando el sol calentaba las aceras y me acuerdo de mi abuela vestida de negro. Me acuerdo cuando en esos días me llevaba al puente sobre la vía del tren a esperar a mi padre, que a la una y media de mediodía, salía de su trabajo en una fábrica de motos. Eramos felices en aquel Hospitalet de primeros de los setenta, lleno de algarrobos y huertos pestilentes.Sobre el puente veíamos pasar los trenes que llegaban a la estación que había más adelante y mi abuela se emocionaba cuando veía pasar el que llamaba "el catalán". Era el tren de la emigración en el que hacía años habían llegado mis padres. Me acuerdo de mi padre aún joven. Se ponía muy contento  al vernos sobre el puente.

Algunos domingos mi padre, ya jubilado, suele llevarse a mi hijo al mismo puente, para ver pasar los trenes. Ya no hay algarrobos, ni huertos y mi padre ya no le habla a mi hijo de "el catalán", aquel tren que ya no existe. Este año dicen que empiezan las obras para soterrar las vías y acabar con el viejo puente en el que mi abuela y yo esperábamos a mi padre al salir de la fábrica.

Gaelia 2002



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