MERITOCRACIA

Espero el milagro porque es lo justo, fue lo que me dijo Céspedes por teléfono. Fue una conversación sobre la que no pude opinar, solamente escuchar. Se había pasado dos años acudiendo a la reunión semanal con Fernández y su equipo. Él frente a todos aquellos capullos de cuello  blanco. En una habitación sin ventana, llena de ordenadores viejos. Se  había batido el cobre por conseguir el proyecto para su departamento y lo había conseguido. Como premio habían ascendido a Salazar, que no había asomado la cara cuando era necesario. Céspedes había amenazado con hablar, a menos que la Dirección reconsiderara el nombramiento.


© Gaelia 2020



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