LA ENTREGA
Estábamos esperando en nuestro Altea XL 140 caballos, con el motor en marcha. Llevaba el dinero conmigo, tal como había acordado con Massana, el encargado del desguace de Terrassa. Veinte mil euros que nos habían entregado esa misma mañana en un discreto despacho de la empresa Leasing Control. Estaban hartos de pagar por los robos de los vehículos bajo su control. Tampoco querían trasladar más casos de robo a su compañía de seguros, pues estaban seguros que las operaciones en ciernes corrían serio peligro de fructificar. Tenían demasiados robos y más de un sillón corría el riesgo de desaparecer para siempre. Habían decidido reducir como fuera aquella sangría que suponía pagar cada vez cuarenta, cincuenta o sesenta mil euros, por un cuatro por cuatro sobre el que se había firmado una reciente operación de leasing. Se acabó. Cerraron el grifo y ningún vendedor de su red podría hacer contratos para ese tipo de vehículos. La cartera de los vehículos que tenían, intentarían venderla a alg