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Mostrando entradas de octubre, 2016

DESMEMORIA DE UNA RESIDENTE

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Sigo observando mi trocito de cielo desde esta ventana donde paso las horas. Sentada en mi silla de ruedas, con mi transistor en la mano. El pequeño aparato que me acompaña allá donde voy porque oigo sus voces, sus melodías, sus noticias. La radio siempre ha estado en mi vida; en las tardes de canícula, en las noches de luna nueva. Ha sido mi aula de cultura, de entretenimiento, de lecturas acabadas y de amigos inolvidables. Ahora que   son las 12, es la hora del Á ngelus, después E l P arte y al llegar la tarde, la novela y el C onsultorio de Elena Francis. Gaelia 2016

AMANTES 2.0

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Sigo observando mi trocito de cielo y respiro aliviada. Hemos llegado a un punto de hastío, aburrimiento y por qué no decirlo, de odio. Aunque le sigo queriendo porque es un hombre cariñoso y buen padre, en los últimos meses se había convertido en un pequeño monstruo histérico, gritón e inseguro. Hurgué  en su cartera, en su ropa, en su ordenador y no encontré nada que me pusiera en la pista de sus desvelos. Descubrí  que visitaba un chat de encuentros clandestnos y entonces decidí conectarme como Superbombón25. Desde hace semanas, cuando llega a casa, lo hace contento y con una sonrisa idiota. Gaelia 2016

HOSPITAL DEL MAR

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Al otro lado de la ventana es donde sucede lo que no veo. Mi compañero de habitación tiene la suerte de acercarse y contarme cómo los niños levantan cometas, mientras sus madres hablan tranquilamente sentadas en el banco del parque. Me dice que también hay muchachos que juegan al voley en la playa. A veces, hemos oído algún frenazo con atropello incluido y eso nos aterroriza y nos angustia.  Por la tarde llegan las auxiliares, me colocan las dos prótesis en lo que me queda de piernas y me llevan a la sala de rehabilitación. Después de diez meses, he conseguido dar los primeros pasos. Gaelia 2016

SECRETOS DEL MAR

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Cuando se prendieron las cortinas de la cocina , fue cuando cayó la botella sobre la pileta.  Llevaba años sobre el viejo armario, con su mensaje de papel en el interior. Nuestra madre nos tenía prohibido  tocarla y nosotras nunca osamos abrir el corcho y leer la nota. La botella llegó a nuestra casa tiempo después de que mi padre desapareciera en el mar, llevado por una galerna. Durante meses mi madre acudió a diario a la playa esperando algún vestigio, alguna señal. Un día llegó a casa borracha, con la botella y su nota enigmática. Aquel día , entre cristales, supimos que nuestr o padre algún día volvería. Gaelia 2016