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Mostrando entradas de abril, 2020

ESCUELA DE ESCRITORES

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Al final del pasillo he visto apilados todos los cuentos que imprimí de “La Ventana de Millás”. Con el confinamiento Isabel ha limpiado los armarios de trastos y documentos de una época anterior. Ya no recordaba que había guardado las hojas de aquellos cuentos. Ahora que las reviso, veo que con Millás había una increíble y talentosa cantera de aficionados en aquellos primeros años 2000. Autores que admiraba y a los que les perdí la pista sin saber si han podido publicar. Después de leerlos casi todos, he decidido que los voy a sacar del pasillo y los volveré a guardar. Nunca se sabe. © Gaelia 2020

BULOS, MENTIRAS Y CANALLAS

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Los desguazabots ya venían de camino. Lo hacían para destruir a usuarios sin avatar. Se sabía que estos   eran los que habitualmente usaban artes de la guerra de la desinformación.   La República del Confín los había enviado dentro de un troyano denominado Mentiroso 5 G. Se sabe por los cronistas del espacio, que se introdujeron dentro de las redes de defensa de periódicos amarillos, de los ordenadores de periodistas sin escrúpulos y otros hijos de perra oportunistas de baja ralea. Ese día estuve enchufado a la red Sondar toda la mañana hasta que, sin saber el porqué, me quedé sin conexión. © Gaelia 2020

UN CHUFLO CADA MEDIA HORA

Necesitaba un respirador para seguir viviendo. Eso es lo que escuché al grupo de médicos que hablaba a la puerta de mi box de urgencias. Yo que siempre dije que no necesitaba aire para respirar, que no necesitaba a nadie para vivir. Me preguntaba cuánto costaba un respirador. Supongo que no debe ser un aparato caro para un hospital. Si era preciso, alguien de mi familia podía ir al cajero más cercano y sacar dinero para comprar alguno, aunque sea de segunda mano. Había oído esos días que no se trataba de dinero. El dinero que todo lo puede, a veces se le resiste lo más simple, lo que no tiene valor. -           Cándido, Cándido. Despierte. Le vamos a poner un chuflo de broncodilatador. No podemos hacer nada más por el momento. Estamos esperando un respirador. Tendré que ponerle esto cada media hora hasta que llegue. Usted trate de respirar profundamente. Desperté y vi que me habían trasladado a la UCI. No sé cuánto tiempo llevo aquí, pensé. Lo único que sé es que no tengo

HÉROES EN PANTUFLAS

No conservo muchas fotos de mi padre. Apenas una docena y todas de mayor. Fue un niño de la posguerra, hijo de viuda y con hambre a todas horas. En aquellos años no había posibles para retratos, lápices para el colegio o zapatos de temporada. Creció con sus cabras, su campo y los comedores sociales de la Acción Católica.    Se casó con mi madre y estuvieron juntos toda la vida, hasta que ella nos dejó inesperadamente en 2017. Él se quedó sin guía, sin timón y perdido como cuando era niño. Después de un tiempo y visto que la salud se le estaba acabando, mi padre se fue a vivir a una residencia de ancianos a pocos metros de mi casa. Gracias a eso,    puedo visitarlo a diario, seguir su vida, sus rutinas y, sobre todo, estar cerca de él. Hacía años que no lo veía reír como lo hace ahora. Basta una vieja anécdota, un chiste, una vivencia nueva para que enseguida le encuentre, como buen sevillano, un lado cómico. Con el coronavirus y su confinamiento, me ha asaltado el terror al ve