EN EL REINO DE MIDAS
M ientras chirrían tus arrugadas costuras de bronce, me vienen recuerdos de cuando apenas había pequeños surcos. Te veo acostada, y a veces recuerdo tu cuerpo esbelto, tu piel de seda y tu pelo azabache. Y es que cuando perdemos juventud, ganamos vivencias. Cuando nos falla la memoria, es hora de escapar y vivir el presente. Cuando tu cuerpo no puede, tu experiencia sustituye los resortes instantáneos de antaño. Antes nuestros cuerpos eran motores de explosión y ahora son de hidrógeno y de terciopelo. Porque cuando mi cuerpo no puede, siempre estás tú que sabe cómo deshacer las arrugas de plomo y convertirlas en oro. © Gaelia 2020