LENCERIA FINA
Y se
ríe, sin poder evitarlo. Es la tercera
vez que acude a una llamada como aquella en los últimos dos meses. Chica rubia,
guapa, prostituta y sin un proxeneta que la proteja de las garras del
depredador que acecha en la provincia. Cuello fracturado por unas manos
poderosas, con guantes de látex que no dejan marca alguna, comprados en cualquier
Mercadona. Una pobre desgraciada que llegó desde el este de Europa pensando
hallar una vida mejor y se encontró con
la más absoluta soledad. Agresión sexual con preservativo, sin dejar restos
biológicos. ¿Y las bragas?
© Gaelia
2017
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