A MEDIA TARDE
“No hay tiempo que perder” es lo que oímos a diario. El reloj es como una bomba lanzada por un zepelín sobre nuestra cabeza. Todo tiene su horario e intentamos cumplirlo con disciplina suiza. La llegada del tren por el andén la esperamos justo a esa hora extraña para cualquier persona civilizada. Las diez horas y veintitrés minutos es el momento en que nos han programado la revisión del coche y lo vemos como algo natural. Hoy quisiera que mi mundo volviera a ser como el de mis abuelos y que cuando alguien me pregunte a qué hora llegarás, le pueda decir “a media tarde”
© Gaelia 2020
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