CAMINOS DE PASIÓN
Dígale, agente, que no tuve más remedio que matarle. Así acababa mi segunda novela. No me parecía un buen final, después de haber planificado todos los detalles. Creía que el protagonista iba a escapar de las garras de la banda y de la policía aunque dicen que los finales inesperados, son los mejores. La novela empieza como cuando subes a un autobús equivocado. Crees que conoces el camino, los personajes, los capítulos, los enigmas y secretos, pero finalmente son las manos al teclear quienes te llevan al destino final. Yo marqué la tarjeta multiviaje con destino a Buenos Aires y el final de ese autobús estaba en Brooklyn.
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