TREABAJO DE CAMPO

Mientras caminaba por el andén recordaba el capítulo donde Colombo volvía a Hollywood. Hacía muchos años que tenía al teniente como su policía ideal porque siempre acaba averiguando quién era el asesino. Al entrar en el vagón, oteó al personal por si detectaba algún elemento sospechoso. El de los auriculares, el que lee la Tablet, el de la mascarilla negra, la de las gafas redondas o el bobo que ríe solo. El vagón era como un Mar de Cristal o un Pinar del Rey, enganchado a la Prosperidad. Como si fuera Colombo, decidió parar el tren, hablar ronco y averiguar quién era el asesino


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