CÁNCER DE HUESOS
El cáncer empezaba a atenazarle los huesos. Le
carcomía la piel, las entrañas. Dieciocho años en la trena habían hecho del
Pelao un despojo, un saco de huesos y dolor. Antes de que todo acabara para él,
decidió poner fin a aquél sufrimiento. Aquél maldito hijo de perra pagaría por
lo que había hecho. El mataniñas, el chulo, el chota, el mamón, el provocador.
El ser más despreciable que existía sobre la tierra, dejaría su sangre en un
charco del sucio patio del penal de Topas. El mataniñas había sabido crear su
reino y se sentía seguro. Paseaba con sus dos colegas, fumando tabaco rubio. El
Pelao se dirigió a ellos con aire desafiante. Cuando llegó a su altura, uno de
los colegas del mataniñas, sacó algo de su bolsillo y se lo entregó a
escondidas. Era un pincho de cinco centímetros. Lo cogió y dando un salto sobre
el mataniñas, le clavó el pincho en el cuello descuartizando la yugular y
provocando un reguero de sangre. Una risa desgarradora se oyó en todos los
rincones de la prisión. El mataniñas no pudo contarlo y el Pelao solo pudo
hacerlo durante seis meses.
Gaelia 2016
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