AZADONES



Los rincones vacíos de la casa ya desmantelada estaban llenos de tiempo oprimido. Revisaba las últimas cajas que quedaban en el salón. Había postergado mi decisión y no sabía cómo enfrentarme a ellas. Su ropa todavía desprendía el olor de su piel, el calor de su risa y el azul de sus te quiero. Todavía oía entre las cuatro paredes su voz sevillana, sus desvelos en noches de juergas, su risa, sus silencios, sus llantos. No supo ser abuela, pero sí fue buena madre. Aquella ropa y aquellos libros de juventud allí quedarían, para que fuera el destino quien supiera qué hacer con ellos.

© Gaelia 2018





Comentarios

Entradas populares de este blog

PRUEBAS MEDICAS

ULTIMAS TARDES CON GAELIA

MÁS ALLÁ DEL AMOR