VIENTO DE COLA



Ya recogerían la mesa mañana o quizás no. Se habían propuesto sorprenderles con una de sus ocurrencias. Su estatura, su cabeza, su falta de testosterona por un problema clínico, todo valía. Dieron vueltas y vueltas a cuanto se les ocurría mientras oscurecía en las calles de extrarradio. Oían el parte de la UHF para ver si les inspiraban las noticias que relataba el locutor. Botijo, sandía, mastuerzo, zancarrón o cualquier otra locura era anotada en el margen del viejo semanario El Caso. Al inaugurar uno de los pantanos del Plan Badajoz, escribieron Paco Ranas y decidieron que así le llamarían desde ese momento.



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